jueves, 9 de octubre de 2014

De todo un poco

Escribiendo mi post anterior me di cuenta, bah, pensé en algo que de alguna manera marca las cosas que hago: la mediocridad.
Pero ojo, no una mediocridad en el sentido malo, sino mas o menos lo contrario. Mediocridad en el sentido de aprender cosas hasta cierto nivel intermedio y no más allá. La verdadera razón de esto es que llegar al nivel intermedio en algo es algo que puede hacer en general mucha gente. Ir al nivel avanzado es más difícil y requiere mucha dedicación, y la verdad soy bastante pachorriento como para eso. Sí, puedo tocar cualquier tema rasgado en la guitarra, pero no me pidas tremendo solo porque nah. Es estar semanas como mínimo para algo que como mucho dura un minuto. Ojo, si me interesa voy a ir por eso, como la vez que aprendí Claro de Luna, (o para los amigos, sonata para piano nº14), de Beethoven. Estuve meses practicando casi todos los días, y salía ponele que bien, pero no lo suficientemente bien. Un día me aburrí y al carajo.
Y ojo, cuando me intereso por algo, puedo dedicarle años. Estuve como tres años aprendiendo magia, y de vuelta, llegué a un nivel interesante, lo más complejo que hago es esta rutina, pero hacer las técnicas a la perfección lleva tiempo, y más tiempo todavía lleva practicar la actuación, pensar la historia (notarán que no puedo decir que conocí a alguien el 1962...), el tono de voz y esas cosas. Y estuve noches y noches leyendo libros de magia en pdf, viendo videos, intentando entender cómo poner las manos, he perdido cartas, monedas, rompí más bandas elásticas que el oficinista promedio (la magia con gomitas es genial) pero logré mi nivel. Como nota de color, es interesante que algunos de los conceptos de música se apliquen tal cual a la magia al ser ambas artes que transcurren en el tiempo; el ejemplo más claro de esto es el manejo entre tensión y distensión. La idea es la misma, subir la tensión y después hacer una relajación en momentos clave. Pero, volviendo a lo anterior, desarrollar una personalidad como ilusionista, dominar ciertos aspectos clave que separan a los grandes de los que pretenden serlo (Jansenson no lo logra, por ejemplo. Fíjense que parece que está actuando todo el tiempo, mientras que Lavand habla con naturalidad, está contando anécdotas y las cartas son para ejemplificar). Y esa es la gran diferencia entre los intermedios y los grossos. El trabajo posterior puede ser mucho más tedioso, incluso dejando de lado las técnicas más complejas.
Pero, por otro lado, esta pachorra me dio la posibilidad de aprender una nueva disciplina en vez de intentar avanzar en música. No me malinterpreten, amo las dos cosas, tanto ver gente que lo hace como hacerlo yo, y siempre con actitud de avanzar.
Y lo más interesante es que de la lista anterior, me gustaría hacer todo. Me gustaría aprender todo, y seguro la lista va a aumentar. Viva la mediocridad.

No hay comentarios: