jueves, 21 de marzo de 2013

Eso no soy yo.

Era el año 2007, calculo que a mediados de abril o principios de mayo. Yo estaba empezando mis estudios universitarios con el curso de ingreso, naturalmente no conocía a nadie en la comisión. Había hecho amistad con una compañera, más adelante haría amistad con otra que un par de años después sería mi novia. El asunto es que yo había hecho amistad con la primera. Era de esas personas que escribía su nombre en todos  lados, así que yo sabía que ella se llamaba Dai. Un día, un profesor hace una pregunta, yo respondo, se me cae algo al piso, me predispongo a buscarlo, el profesor me llama, no lo escucho, le pregunta a Dai cómo me llamo para hacerme la pregunta de nuevo.
¿Qué responde Dai?
"No sé".
La mina no sabía mi nombre. Y la verdad es que nunca se lo había dado. Y nos llevábamos bien.

A lo que quiero ir con esto es que los nombres no importan. Muchos de ustedes (bueno, tampoco hay muchos de ustedes...) me conocen simplemente como Mondoke o Mondokel. Mi novia y mis mejores amigos me llama por mi apodo de la secundaria (si bien ella me conoció en la universidad, ella intuyó mi apodo porque ella tuvo uno muy parecido). Y siempre soy yo, mas o menos la misma persona.
En discusiones en Facebook alguno me acusó de no dar la cara. Mi cara no importa. Mi nombre no importa. Importan mis ideas. Importa lo que pienso y cómo lo sostengo. Y eso, mal que mal, lo construyo yo y lo decido yo.